miércoles, 8 de febrero de 2012

Mi ambiente sonoro

“…y aún no has escuchado nada” (<<you ain´t heard nothin’ yet>>) esto repetía el protagonista de “El cantor de jazz “ de Alan Crossland en 1927.
Cierto, en 1900 el cine paría, de nalga, el sonido y con él llegaría un recurso inagotable que hasta el día de hoy no ha encontrado sus límetes. Las voces, los rudios ..plim!!, plum!!, paf!!, ufff!!…ñap!!! cof!! Coff!! y claro: las bandas sonoras.

Qué cantidad tan aberrante de bandas sonoras hay en el cine, no? Puah!! Son miles, sin contar que el mismo cine tiene su propio género “musical”, nido de melodías que a punta de un pianito chillón mueven el culo a cualquier muerto.

Pero no. Las bandas sonoras de mi vida, si bien están íntimamente relacionadas con el cine (no cometamos el estúpido error de negar las raíces de la cuestión audiovisual y sonora) tienen una sustancia propia, una melodía original, un “qué se yo” que te arrastra hasta lo más bajo y de ahí al infierno sin escalas. Sí, mis bandas sonoras, las de mi vida … las que me han acompañado en noches de bonanza y días de miseria, las músicas que suenan en mi pecho cual son meloso, esas que me arrancan el lagrimón hasta en el bus ..si..si.. mis bandas: las bandas sonoras de las telenovelas. Y no cualquier telenovela, hablo de la telenovela latinoamericana.

No hay telenovela latinoamericana que no se precie de tener una banda sonora que potencie la triste historia de la protagonista abandonada cuando niña, abusada cuando adolescente, convertida en princesa cuando … (ufffff…ya me tiré 12 meses intentando sobrevivir a tanta penuria de mi pobre heroína).

Si, esa música caliente, almibarada, viscosa, que hace un fade out para que nosotros, viles televidentes, escuchemos la respiración de la borrega que entrega su cuello, y con él, su virginidad, al macho que acaba de pasar por su habitación y, jadeando le dice:
“Perdona/ es que yo/ caminaba por aquí/ y en tu alcoba vi la luz/ perdona mi actitud/ quizás debí llamar/ y no presentarme así/…” Novela “Cristal”, 1985 (un clásico!).

 


Esa melodía que comienza a sonar, cuando él, el varón enfundado en unos jeans con cueros, torso marcado a punta de brillos de aceites, se acerca a ella en una playa solitaria y, bajo una palmera, le introduce sus manos por debajo de la falda caribeña … estrujando sus nalgas y cuanta cosa hay por ahí abajo y … ahí..si..si..ahí justo ahí.. es cuando la banda sonora comienza a sanar:
“Marimar/costeñita soy/con mis abuelos crecí yo/en un lindo y cálido mar/..” Novela “Marimar”. Novela “Marimar”, 1994.


Y otra de mis preferidas, una telenovela del tipo “híbrida” muchos actores, mezcolanza de historias, varios países … un cóctel de pura identidad latinoamericana!! Qué más se puede esperar de tal unión de espíritus!!: “Pasión de Gavilanes”. Quien no recuerda a aquellos tres hombres portentosos, abandonados a su destino y que tienen la gran bendición de cruzarse con tres mujeronas de tierra adentro, dispuestas a domarlos cual fieras salvajes venidas del mismísimo infierno.
“Yo pregunto/Quién es ese hombre/que me mira y me desnuda/ una fiera inquieta/ que me da mil vueltas/y me hace temblar/ pero me hace sentir mujer/…” Novela “Pasión de Gavilares”, 2003.


Entiendo que Ennio Morricone es un genio, pero mis bandas sonoras tienen que ver con la identidad más sustancial, germinal y profunda del ser latino. Mientras muchos pasan la vida hurgando para dar con la versión original de la banda sonora de “Cinema Paradiso”, yo, me arrastro a los bajos fondos de las ferias populares en pro de las melodías que hace latir el sentir popular. Arrástrese conmigo.

2 comentarios:

  1. MOLA MOLA MOLA MOLA MOLA

    ResponderEliminar
  2. POR FAVOR, OS FALTA CRISTAL, FRIJOLITO, EL CHAVO Y OTRAS AMERICANAS COMO FALCON CREST. ESAS MOLAN MAZO, NENES! A LA MIERDA MORRICONE, WILLIAMS Y WILKINSON, JAJAJA.

    ResponderEliminar